No quiero ni pensar lo que sintió este conductor de autobús al descubrir que su último viajero era un temible fantasma.
Esta es la historia de un hombre llamado Roberto. Estaba felizmente casado y era padre de dos niños pequeños. Llevaba solo dos semanas trabajando como conductor de autobús en la ciudad. Aquel día había sido el más duro desde que empezó en este trabajo.
La chica del asiento de atrás – El fantasma del autobús
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Un compañero había caído enfermo y se vio obligado a doblar el turno. Las horas habían sido interminables, le dolía todo el cuerpo de estar tantas horas sentado y por fin había llegado el final del turno. Eran cerca de las doce de la noche, y estaba conduciendo con el autobús ya vacío en dirección hacia el estacionamiento de la empresa. Allí dejaría el autobús y entonces cogería su coche para volver a casa y descansar.
El día había sido extenuante y notaba un gran cansancio que le recorría todo su ser. Roberto estaba deseando dormir y solo podía pensar en su cama, su almohada y su colcha. El trayecto estaba siendo eterno. Las calles estaban vacías y oscuras. Dentro del autobús el silencio más absoluto. La única iluminación en el interior era la tenue luz que entraba a través de las ventanillas provenientes de las farolas de la calle.
Sueño, mucho sueño
Bostezo tras bostezo, Roberto se esforzaba por mantenerse despierto y concentrarse en el camino. Cada vez le pesaba más los párpados, cada vez tenía más sueño y más sueño. En algún momento incluso le llegaron unos pensamientos extraños y sin sentido que le hacían sobresaltarse. Se preocupó porque sabía que se trataban de microsueños incontrolables. Lo más sensato y responsable hubiese sido parar el autobús y descansar, pero había sido un día muy largo, muchas horas fuera de casa. Lo que más ansiaba era abrir la puerta de su habitación y dejarse caer en la cama junto a su mujer, así que siguió conduciendo.
Atropello
Sin poder evitarlo, sus ojos se cerraron mientras se encontraba al volante. No supo cuánto tiempo había pasado. Quizás fueron segundos o quizás microsegundos, pero se despertó de golpe. Era consciente de la situación y en ese momento enfrente de su autobús vio una persona andando. La silueta parecía una mujer. Reaccionó sobresaltado girando bruscamente el volante del autobús y frenando lo más rápido que pudo. El contacto con aquello que parecía un ser humano fue inevitable. Se escuchó y sintió el impacto.
Se encontraba con el autobús totalmente detenido y lo único que se escuchaba era su respiración acelerada. Estaba sudando y aterrorizado, no podía creer lo que le estaba pasando. Tardo unos minutos en reaccionar y abrir las puertas del autobús. Le daba terror bajar y enfrentarse a la realidad de lo sucedido, aunque también tenía la esperanza de que todo hubiese sido un sueño muy real fruto del cansancio. Asustado y despacio salió del autobús y lo rodeó. Lo primero que vio en la parte frontal de su vehículo fue una abolladura y restos de sangre. Estaba claro que no se trataba de ningún sueño. Despacio y muerto de miedo se agachó para mirar debajo del autobús. Allí se acertaba a ver un bulto similar a un cuerpo humano. Había mucha oscuridad y el bulto se encontraba a unos 3 metros de distancia de Roberto.
Limpiar las pruebas
Lleno de pánico miró hacia todas partes, sin encontrar testigos. Allí no había nadie que pudiese haber presenciado el accidente. Lo primero que se le pasó por la mente fue llamar a urgencias y asumir la culpa. Enseguida se dijo a sí mismo que no podía ir a la cárcel, tenía una familia que mantener y no era justo. Simplemente había tenido muy mala suerte y a aquella persona nadie le podía devolver a la vida. ¿Tenía que pagar él por ese error y destrozar toda su vida y la de los suyos?
Sin pensarlo dos veces, Roberto subió de nuevo al autobús y se puso en marcha. Sintió como las ruedas pasaban por encima del cuerpo. Se alejó de aquel lugar lo más rápido que pudo y empezó a pensar qué iba a hacer para borrar las pruebas. Tenía que limpiar la sangre y arreglar la abolladura nada más llegar al aparcamiento.
¿Hay alguien ahí?
Mientras conducía y pensaba en todo esto, los nervios iban creciendo. En un momento dado sintió ver un ligero movimiento en el retrovisor interior y rápidamente levantó la mirada. Parecía que en el fondo del autobús había una sombra. No podía ser volvió a mirar varias veces rápidamente para no perder la mirada del camino. Pero sí, algo había al fondo del autobús. Roberto miro hacia atrás y allí no había nada.


Volvió la vista al frente y al pasar un par de minutos no pudo evitar volver a echar un vistazo al retrovisor. Allí estaba la sombra, pero más cerca, a la altura de la mitad del autobús. Casi se muere del susto y giró la cabeza hacia atrás rápidamente, pero allí nuevamente no había nada.
Esta vez no tardó ni un segundo en volver a mirar al retrovisor. Pegó un grito al ver la sombra mucho más cerca, pero ya no era una sombra. Ya se podía distinguir a una mujer muy seria con sangre en la cara mirándolo fijamente. Giró la cabeza, pero no había nada. Llorando se volvió hacia el frente evitando mirar al retrovisor. No quería volver a ver aquella presencia, solo quería acelerar y llegar lo antes posible para salir corriendo de allí. Aunque no quería le fue imposible no echar otro vistazo al retrovisor y allí estaba ella mirándolo fijamente.
Venganza del fantasma del autobús
Temblando, Roberto dijo en voz alta que todo había sido una alucinación y aceleró el paso. Enseguida sintió una mano helada que le agarró con fuerza el brazo. Soltó un grito espeluznante y giró el volante bruscamente chocando a gran velocidad con la acera y volcando el autobús.
La ambulancia y policía llegaron y se encontraron a Roberto herido e inconsciente.


Roberto despertó al día siguiente en la cama del hospital. Se encontraba un poco aturdido y dolorido. En principio no recordaba qué estaba haciendo allí, pero al mirar hacia sus piernas vio que le habían amputado una. Aterrorizado recordó y entendió la situación,. No podía ser, era imposible, debía ser causa de una pesadilla mientras conducía y por eso tuvo el accidente.
Pasaron unas horas y aparecieron en la habitación dos agentes de policía. Uno de los policías le dijo que se encontraba detenido por el atropello y ausencia de auxilio de una mujer cerca de la madrugada. Le informaron que estaba toda la escena recogida en una de las cámaras de seguridad distribuidas por toda la ciudad. En el vídeo se aprecia como la mujer aún se movía debajo del autobús. Al irse, pasó por encima de ella lo que le causó definitivamente la muerte.
En ese momento Roberto se fijo que en la televisión de la habitación. Estaban dando la noticia del atropello y pusieron la imagen de la mujer fallecida.
Roberto sintió escalofríos que recorrían toda su espalda. Era la mujer que vio en el retrovisor, era el fantasma del autobús. ¿Trato de vengarse de alguna forma antes de dejar definitivamente este mundo?
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